Por: Marou Rivero

 

Estoy en Brasil, a cuadras de Rua Oscar Freire, epicentro de la moda en América latina. Sobre sus veredas se extienden las tiendas de los diseñadores más importantes de ese país y del todo mundo.
Sentado frente a mí está Paulo Borges, la mente y el corazón del San Pablo Fashion Week. Una de las 500 personas que están configurando la moda del mundo, según Business of Fashion, un legítimo sitio de consulta, noticias y producción de conocimiento en materia de negocios en moda.
Le pido a Paulo que me cuente cómo nació SPFW  y cómo hizo para transformarse en la pasarela más importante de América latina. Lo escucho: con 30 años de experiencia en la moda, desde la 3redacción de Vogue Brasil hasta las pasarelas en el metro, su sinceridad y transparencia hacen de este relato algo muy interesante y, por demás, jugoso para quien ama la moda y toda su industria.
Aprecio su entrega a esta pasarela, a esta expresión textil-cultural que un día soñó, pensó y llevó a cabo. Es total, puedo vibrarlo.
“Antes de ser SPFW, San Pablo Fashion Week tuvo un montón de expresiones: desfiles de gran escala, atrevidas y transgresoras performances y hasta una pasarela en un centro comercial. En 20 años cambiaron muchas cosas, pero lo único que nunca se modificó fue su causa: ese qué, ese porqué y ese con quién elegimos hacer las cosas. Eso es lo que después lo guía todo. Nuestra causa fue transformar este espacio en un lugar para celebrar la propuesta local, alentar a los diseñadores jóvenes y emergentes, apostar por una grilla que represente la diversidad que tiene Brasil. En síntesis, cuidar el patrimonio del diseño brasialeño. Lo que importa es la causa.”
Una causa que todos estos años Paulo y su equipo defiende como bandera.
Una causa que exige coherencia, un idioma común y mucho apoyo.
Una causa que vio crecer a diseñadores como Alexandre Herchcovitch, Lucas Nascimento y marcas como Iodice y Osklen.
Una causa que necesita un Paulo.