“La serie ha creado una mayor conciencia en la gente de lo que es pasar por esa experiencia y ofrece una mirada más humana de lo que es vivir detrás de las rejas.”

Por: Gabriel Lerman

Puede decirse que después de cinco temporadas protagonizando “Orange is the New Black”, esta rubia despampanante se ha convertido en una de las actrices más populares de la televisión actual, pero el éxito no siempre acompañó a Taaylor Schilling, quien no comenzó a actuar hasta pasados los 24 años. Su primer papel fue acompañando a Meryl Streep en “Un asunto muy oscuro”, que por problemas financieros y de distribución sólo se estrenó en unas pocas salas de Estados Unidos y se distingue por ser el único gran fracaso en la carrera de la multipremiada actriz. Su primer protagónico en el cine, “Atlas Shrugged: Part I”, era parte de una supuesta trilogía que nunca llegó a concretarse. Por suerte, la tercera fue la vencida y hoy la estrella de 32 años disfruta de un lugar de privilegio, con papeles importantes en dos largometrajes que esperan estreno, “Phil”, el debut como director de Greg Kinnear, y “The Titan”, una propuesta de ciencia-ficción en la que comparte cartel con Sam Worthington.

¿De qué manera te ha cambiado la experiencia de intepretar a Piper?

Muchísimo. Piper ha sido el papel más extraordinario que me ha tocado en mi carrera, sobre todo por la profundidad de su transformación. Ella entró a la prisión en una actitud muy reactiva, porque su manera de existir en el mundo era tratar de mantener el status quo y ser como los demás creían que ella debía ser. Era algo tan internalizado que si siquiera ella se daba cuenta que lo estaba haciendo, al punto que no sabía que otras facetas de su personalidad estaban escondidas. La única forma en la que ella pudo encontrarse consigo mismo fue detrás de las rejas, después de que le quitaron todo lo que ella creía que le definía como persona. En cierta forma le desnudaron. Ella ahora está buscando la verdad, y también un sitio al que pertenecer, aunque en realidad se está buscando a si misma. A medida que ella se transforma, su vida también lo hace. Es que aunque suene extraño, Piper pudo encontrar su libertad detrás de las rejas. Logró encontrar facetas suyas que eran más agresivas, manipuladoras y feroces, y por sobre todas las cosas pudo ser más independiente de lo que ella jamás hubiera podido imaginar antes de ir a prisión. Al jugar con todos estos temas también nos metimos con los prejuicios, y con el estereotipo de cómo debe de ser una rubia de ojos azules. La serie lo que ha hecho es jugar con eso y aplastarlo. La verdad no siempre es bonita, pero en su caso salir a buscarla le he hecho llegar a lo más profundo de su ser en un viaje que ciertamente ha sido doloroso.

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¿Y te ha cambiado a ti también?

– Por supuesto. Es muy difícil no sentir un impacto al interpretar tanto tiempo a un personaje que me conmueve como lo hace Piper, y al que ciertamente llevo dentro. Recuerdo que tenía una profesora de teatro que decía que el trabajo del actor es como el de un guisante en una sopa de guisantes. Hay un momento en el que desaparecen las barreras entre tu trabajo y tu misma, y aparecen partes tuyas que desconocías hasta ese momento.

¿Por qué crees que la audiencia se ha vuelto adicta a tu serie en todo el mundo?

Sólo puedo hablar de lo que siento yo cuando le miro, y en mi caso creo que tiene que ver con la autenticidad. Me parece que hay un gran balance entre el humor y la humanidad, y además la historia se cuenta con mucha claridad. Yo suelo responder de la misma manera cuando una historia, ya sea en televisión, cine o teatro, comparte la experiencia de un personaje de una forma que me conecta más allá de un análisis intelectual. Creo que entre los guiones de Jenji y las interpretaciones de los actores en la serie, lo que nos distingue es la honestidad, sobre todo porque contamos historias de mujeres que por lo general no se difunden en los medios masivos de comunicación.

Interpretar a Piper te ha llevado a realizar escenas ciertamente arriesgadas. ¿Te costó animarte a rodarlas cuando recién te dieron el papel?

Por supuesto. Recuerdo que cuando vi los primeros guiones me di cuenta que iba a tener que hacer muchas escenas difíciles. No soy alguien que tienda a quitarse la camisa cada vez que tiene una oportunidad. Pero confié en Jenji, y en la historia que quería contar, porque todo lo que leí me resultaba muy sensato y muy creíble. Y luego, cuando la empezamos a grabar, me olvidé de mis temores y me entusiasmé mucho en correr todos los riesgos que fueran necesarios para darle vida a este personaje. Me apasioné por Piper, y no me importó tener que rodar escenas íntimas con cierta gente o desnudarme cuando hizo falta. Me pareció que la exposición física estaba a la altura de los riesgos emocionales de interpretarle. Tuve que mostrar partes de mi cuerpo que usualmente nadie ve, pero también, en un plano más abstracto, partes de mi personalidad igualmente ocultas, por lo que nada me pareció gratuito. Su vulnerabilidad física era equivalente a su vulnerabilidad emocional.

¿Crees que la serie está teniendo un efecto en la sociedad norteamericana?

Sin dudas. Yo estoy en contacto con la Asociación de Mujeres en Prisión, y a través de ellas me entero de cómo es la transición de las que salen de la cárcel buscando reinsertarse en la sociedad. La serie ha creado una mayor conciencia en la gente de lo que es pasar por esa experiencia y ofrece una mirada más humana de lo que es vivir detrás de las rejas. Creo que hay temas que trata “Orange is the New Black” que son muy fieles al libro que escribió Piper Kerman, que lidia con la cuestión fundamental de por qué están todas estas mujeres detrás de las rejas. Tal vez existan otras opciones, y si miras un poco más profundamente verás todos los problemas que existen en la cárcel de abuso sexual, enfermedad mental, uso de drogas, pobreza y todo lo que eso acarrea, falta de educación y de una familia que les apoye. Muchas no hay tenido una estructura que les haya dado una oportunidad y por eso tuvieron que recurrir a la economía callejera, como el tráfico de drogas o la prostitución. Eso es algo que por lo general no se tiene en cuenta. Simplemente les vemos como presas que no se parecen físicamente a nosotros. Y por lo tanto les ignoramos. Y lo que me encanta de la serie es que se ocupa de explorar por qué estas mujeres están allí. En “Orange…” puedes ver que hay una razón por la que ese personaje ha terminado tras las rejas, compruebas que antes tuvo una vida, que tiene una madre, que tiene un hijo y que hace todo lo que puede con las herramientas que la vida le ha dado. Me parece que nos muestra una perspectiva diferente de la vida en prisión. Es una serie muy entretenida pero que tiene una perspectiva política.

¿Es cierto que tu padre trabajó en prisiones?

Sí. Unos días después de que me dieran el papel me di cuenta que yo he estado hablando sobre estos temas durante toda mi vida. Mi padre fue fiscal del estado y también trabajó en las cárceles, en el Departamento Correccional de Massachussets, y parte de sus tareas pasaban por juzgar a los oficiales correccionales acusados de corrupción. Lidiaba todo el tiempo con gente dentro del sistema carcelario que violaba las reglas, por lo que creí escuchando sus historias sobre cómo los que debían ser los buenos de la historia no lo eran necesariamente. Siempre pude ver al sistema carcelario a través de la lente de la ambigüedad. No era blanco o negro, correcto o incorrecto, y durante un tiempo no me di cuenta de cuál era la influencia que todo esto había tenido en mi manera de entender a Piper, pero ciertamente ha sido un punto de referencia. Mi padre está muy orgulloso de la serie y piensa que es muy auténtica. Ahora ya está jubilado y de vez en cuando trabaja como defensor público por lo que está del otro lado del banquillo de los acusados. Se ocupa de lograr que los adolescentes acusados de tráfico de drogas cumplan sus condenas en programas de rehabilitación en lugar de hacerlo detrás de las rejas.