SOFÍA GALA Entrevistas Por: Patricio Saavedra PH: César Capasso (Archivo FDH) Es hija de una diva de tevé pero, con sus 30 años cumplidos, ya es una actriz de carrera propia que merece premios internacionales y por la cual es convocada para diferentes proyectos, uno de ellos es abordar el clasismo en una obra de teatro off. Sofía Gala habla de todo en esta charla con FDH. La relación entre una psicóloga laboral y un futuro empleado es el núcleo de una historia teatral que pega fuerte. En una sociedad donde los departamentos de Recursos Humanos hacen cada vez más uso de las ciencias para articular sus intereses, La empresa siempre perdona es la nueva apuesta actoral de Sofía Gala y Roberto Romano, donde la ficción necesariamente se articula con lo social. Para Sofía son días agitados. Actualmente participa de la filmación de una serie para Netflix bajo la dirección de Daniel Burman –se trata de Edha, una propuesta que hará foco en el mundo de la moda con fecha de estreno para 2018–, pero también hace teatro comercial en la calle Corrientes con el segundo año de la exitosa Confesiones de mujeres de 30 y a la vez recoge premios por su participación en la película Alanis, donde interpreta a una prostituta madre de un hijo. Sin embargo, entre todo ese tenso arco de actividades se hizo tiempo para estar bajo las ordenes de la directora Rosa Celentano en La empresa siempre perdona –escrita por el venezolano Rodolfo Santana en 1974– que la trae al mundo del teatro off de Buenos Aires. ¿Qué sensaciones te deja participar nuevamente de una propuesta en el teatro off de Buenos Aires? Lo bueno de contar con una obra como esta es poder llegar a la gente que no tiene el dinero para ver una propuesta del teatro comercial. Eso es bueno porque me permite trabajar con otra mirada, algo que no es poco en estos días. Por otro lado, esta es una historia que adquiere un peso especial en estos tiempos porque está hecha con gente del teatro independiente que hace todo a pulmón En la obra interpretás a una psicóloga laboral omnipotente. ¿Pero cuál es la óptica de Sofía Gala sobre ese mundo? Creo que ese tipo de psicólogos ejerce un poder diferente al de otros profesionales de ese rubro. En definitiva, ellos tienen la posibilidad de decir si te quedás o te vas. Mi personaje tiene que psicoanalizar al obrero que encarna Roberto Romano, que por varias razones tuvo un brote. Lo interesante de la obra es que transcurre en el mismo tiempo que dura una sesión de terapia. ¿Te sentiste seducida con la propuesta y su por su carácter social? Tenía ganas de abordar esta temática clasista –destaca–. Es decir, contar cómo la clase media y la baja están divididas por ellos mismos. Porque la clase media siempre quiere estar del lado de los de arriba y diferenciarse de los humildes para sentirse superiores. Y en realidad los dos sectores pertenecen al pueblo y después están los de arriba. Digamos que esa cosa de pertenecer es algo que nunca van a tener. Me encanta hacer esta obra porque ayuda a ver muchos de los intereses comunes que tienen las dos clases. Hace muy poco con Alanis, ganaste la Concha de Plata en el Festival de San Sebastian. ¿Esperabas ese reconocimiento? En cierta forma que le pase a Alanis todo esto es algo inesperado, porque en anteriores películas y con un diseño de producción más grande la directora, Anahí Berneri, no tuvo tanta repercusión. Alanis nació de un cortometraje que hicimos en dos días. En un principio, Anahí no tenía ganas de hacerlo porque el tema divide aguas y hasta las feministas están en choque. Pero avanzó y en la edición surgió la idea de hacer un largo. Y así fue, con un diseño de producción chiquito y sin tiempo para salir a financiarla por la via del INCAA. Al premio se lo dieron también a Anahí como mejor directora de film. Los reconocimientos llegaron por partida doble… Todo eso nos tomó por sorpresa, porque nosotros comenzamos a filmar más allá de las circunstancias. Teníamos un compromiso con el tema, amor por el cine y por eso avanzamos. Creo que es su película más política y urgente. Alanis nació desde el primer minuto bajo un halo controversial. Inclusive fue muy criticada, tanto como celebrada, que el cine local haya hecho foco en la vida de una prostituta. En el Cinemark Palermo no estuvo el afiche de la película porque consideraban que atentaba contra la familia. En todo el país tuvimos 17 copias con sólo dos en Capital. It, la película de Stephen King, tuvo unas cuatrocientas. Así y todo agotamos entradas quedando gente afuera. Sin una legislación que proteja los lanzamientos con pautas claras de exhibición para todos, desde las nacionales a las extranjeras, las cosas no van a funcionar, al menos para los que hacemos cine acá. De todas maneras, la película se vendió a Estados Unidos, Canadá y España, Netflix y Fox. Pero más allá de la adversidad, la película se alzó con el máximo galardón en San Sebastián, transformándose en todo un suceso local. Fue muy fuerte lo de la premiación. Ni hablar cuando me anunciaron como mejor actriz. Era algo que no esperábamos y que se sumó a otro premio, el de la Cooperación Española, que se vincula con los Derechos Humanos. Lo que en España se resaltaba era que por fin se volvía a premiar a una directora mujer y decían cosas como que habíamos derrotado al machismo. Más allá de eso, valoro que se haya tenido en cuenta a una película que habla de la prostitución y todavía me emociona recordarlo. De todas maneras, es una sorpresa pero para mal, porque pasaron muchas, muchísimas mujeres por el festival. España es un país con un machismo fuerte pero también ellos luchan mucho por derrotar esa condición. Otra de las cosas que generó mucho revuelo fue cuando dijiste que prefería ser puta y no moza. ¿Te sorprendió tanto revuelo? Existe una hipocresía moral enorme y lo que pasó conmigo responde a esa mirada. Creo no haber dicho otra cosa que sostener que prefería una cosa por otra y nada más. Si hubiese dicho veterinaria en vez de moza no hubiese pasado nada. Una cosa es la prostitución y otra la voluntad de las mujeres. El hecho de que una mujer pueda generar placer da a entender que uno no puede generar ganancias desde la sexualidad. Para una mujer la prostitución es la primera forma de lograr tener poder económico, entonces eso genera controversia. De todas maneras, esos grupos son los que no tienen problemas en atacar cualquier cosa que salga de su moral pacata y de mierda. Si se meten conmigo yo me voy a meter con ellos. Evidentemente nuestra sociedad no sólo tiene machismo sino también mucho que aprender. Desde luego que sí, o al menos en ese aspecto. Yo no miro para afuera como una snob, pero por lo menos en otras sociedades, como la española, se dan cuenta de lo peligroso que es y lo combaten. Acá parece que no les interesa y esa es nuestra tarea como mujeres. Se debe pelear para llegar cuanto antes a lo que se vive en otras partes, aunque la lucha sea mucha y las distancias también. Al menos es un camino que ya comenzamos a desandar.